Apuntes para una antropología Hildegardiana

Trataremos un tema especial,la profesora Azucena Adelina Fraboschi escribió un artículo sobre la Antropología Hildegardiana y lo veremos aquí.

Este artículo nos habla de la antropología monástica del siglo XII específicamente lo que concierne a Hildegarda, desde el punto de vista de la Luz de la fe que se comunica por medio de esta mujer.

Este artículo comenta que en este momento de la edad media los hombres creían en cualquier manifestación y creatura mitológica, añadiendo a esto la fe a Dios, la búsqueda en el misticismo por las respuestas de una “verdad superior”.

En el libro de las obras divinas, Dios se presenta como el Creador, la vida que no tiene ni comienzo ni final, que habita en tres poderes, la Eternidad el Padre, la Palabra es el hijo y el Aliento es el Espíritu Santo.

Esta Luz divina le dijo a Hildegarda que el hombre es una expresión de Dios, tal así y que en él está cuerpo, alma y racionalidad.

Hildegarda siempre nos recuerda que el hombre es un microcosmos del macrocosmos que es el universo, toda creación de Dios se refleja en el hombre, porque el mundo fue creado a su servicio.

Porque Dios se enciende sobre la tierra de la que el hombre está hecho, realidad material del hombre, la representación de su cuerpo. Dios resplandece en las aguas que son como el alma, un principio vital, porque al igual que los fluidos del cuerpo el alma circula en este. La racionalidad es como el sol y la luna, iluminan, y en el hombre hacen posible el conocimiento.

Hildegarda nos explica los elementos del mundo desde el cuerpo del hombre y al hombre desde los elementos de la naturaleza. 

Dios le brindo al hombre corporeidad, pero lo hizo a sus imagen y semejanza, fundada en sabiduría, poder y junto a los cinco sentidos el hombre podrá sobreponerse a las demás creaturas, ya que la racionalidad de su alma se lo permitirá.

La trinidad divina hizo al hombre en su imagen y semejanza, pero no significa que Dios sea corpóreo al igual que el hombre, si no que Dios revistió al hombre de corporeidad para que el alma diera vida a ese cuerpo, el alma es el principio de vida del cuerpo.

Hildegarda narra lo que Dios le mostro en una visión, en el vientre de una mujer se encontraba una figura humana y por deseo de Dios llego a esta la esfera ígnea, se asentó en su corazón, tocó su cerebro y se movió hasta cada parte del cuerpo. Esta esfera ígnea es el alma que da vida al cuerpo, fuerza al corazón y gobierna al cuerpo.

El alma tiene tres actividades.

Entendimiento

Voluntad

Vida

El alma, siendo este viento que se mueve desde el cerebro hacia los pensamientos del ánimo para cumplir la voluntad, el alma también es fuego que cocina los alimentos y los convierte en sabor, llevando el alimento y la bebida reconforta la carne, y llena las vísceras del hombre.

El alma no es carne, pero llena al cuerpo y conviven juntas, porque Dios así lo quiso en su sabiduría. Dios hizo alma y carne obra en una sola naturaleza. El alma no puede existir sin el cuerpo, ni el cuerpo puede moverse sin el alma; Hildegarda a diferencia de otros padres de la Iglesia que ven el cuerpo como una prisión que ata al alma, ella lo ve como un vestido que completa al alma de ser humana, y le permite comunicarse con las otras creaturas materiales

El alma se infunde en el hombre: en el pensar, el aire; en la unión de sus partes, el calor; el fuego en el sostener y sustentar el cuerpo; el agua en que se difunde; y la vitalidad en el germinar.

El alma se aposenta en el corazón junto con el ánimo; el alma pondrá los pensamientos en el corazón, luego se tornarán conocimiento en el cerebro y por último en orden para la acción.

El alma satisface las necesidades del cuerpo, convirtiendo los pensamientos de amor y luego hacerlos deseo, llegando a ser necesidades biológicas, proyectos, ideales; todo esto siento pensamientos que se maduran en el corazón, hasta que se define en el cerebro y termina operando los miembros del cuerpo; esto se ve en la biblia: «Pues del corazón salen los malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, blasfemias». (Mat. 15, 19).


En el hombre también reside la racionalidad, que es un don divino que Dios le da al hombre para que participe en sí mismo. Es un don dado desde la propia racionalidad de Dios, dejando junto con ellas el poder de comprender y el conocimiento de las cosas por medio del nombre y el número. Esta racionalidad penetra en el alma humana.

La racionalidad es importante porque lleva a la elección, considerando las dos partes de esta, tomando lo importante y desechando lo que no, la racionalidad entiende que dos cosas discordantes entre si no pueden retenerse, como el ejemplo que nos da Hildegarda: “quien sirve a otro se desprecia a sí mismo, y quien obra por sí mismo no es de ayuda para otros en aquello que hace.

La racionalidad le permite al hombre la voluntad, la de reconocer a Dios y elegirlo junto con todo bien que es lo que él representa. El hombre examina el bien y el mal y elige lo que desee.


FELIPE ALEJANDRO PERÉZ BUELVAS

VALENTINA SANTOS TRIANA

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