HILDEGARDA DE BINGEN
LA IMAGEN DE DIOS
Hildegarda de Bingen nacida en Bermersheim, Alemania en el año
1098. Una mujer cuya devoción en su Dios y creencias la llevaron a escribir
diversos libros y cantos. El Papa Benedicto XVI la denominó Santa y una doctora
de la Iglesia en el año 2012, pero a diferencia de tantos otros padres de la
Iglesia o Santos hubo que esperar mucha para que ella recibiera tal título. Las
visiones que Hildegarda experimentaba no venían solas, también las acompañaba
un fuerte sufrimiento junto con enfermedades posteriores, pero esto no la detenía
de su misión de comunicar lo que en estas Dios le comunicaba, ya que él le dijo
que plasmara todo esto en un libro inmortal para la lectura de los hombres. Dios
también le dijo que no dudara, que estas visiones no venían de ella sino de él,
que todo era visto desde su alma y sus ojos interiores, que cada mensaje en
estos libros tenía el fin de que los hombres comprendieran a su Creador y lo
adoraran con el honor que él se merecía.
En la primera visión relatada en uno de sus libros
principales de los más reconocidos, el “Libro de las Obras Divinas”, nos describe
la imagen divina de un hombre, describiendo tanto las partes de su cuerpo como
su vestidura. Este cuerpo de inmensa belleza que quema los ojos más que el sol;
es una mezcla desde pies hasta cabeza, comenzando con un círculo que ciñe la
cabeza de este circulo sobresale la cabeza de un anciano, un ala a cada lado
del cuello unidas sobre la cabeza, de la curvatura de estas alas se encuentran dos
cabezas, una por ala, ambas mirando hacia oriente, la de un águila y la de un
humano; desde los hombros de esta imagen bajan dos alas más hasta sus rodillas.
Sus vestiduras mas brillantes que el sol, y en sus manos sostenía un cordero
mientras sus pies aplastaban un horrible y oscuro monstruo, en la cabeza de
este monstruo se enrolla una serpiente desde sus oídos hasta sus pies.
Esta imagen de resplandor incandescente reclamó la creación como
su obra propia y aclaró que cada ser vivo, estrella, piedra y ráfaga de viento
por mas pequeña que sea ha sido creada por un propósito y desde su luz y sabiduría,
todo proviene de su poder y calidez. Todo creado en vida y palabra, siendo Dios
todo esto, también es razón, siendo el hombre creación en razón, todas las
criaturas están a su disposición para servirse de ellas. Dios, vida sin inicio
ni fin, esta divido en tres energías: siendo Padre la Eternidad, Hijo el Verbo
y conectando a estos dos el Espíritu Santo. El hombre, su creación comparte
algo con su creador, también esta dividido en tres elementos: cuerpo, alma y
razón.
El hombre fue la creación a imagen y semejanza de Dios,
ocupando el espacio del ángel traicionero, ocupando este espacio a su lado,
esta el hombre, Dios lo ha denominado así en su benevolente amor, este amor
toma forma en el rostro de esta imagen divina, un rostro mas brillante y
cegador que el sol, de tal belleza que solo puede ser la generosidad de amor del
Hijo, que perdona a los hombres después de su desobediencia demostrando que no
puede mirar con su alma este resplandor inmaculado.
En la parte superior de este rostro está el circulo dorado,
representando la fe católica que surge desde la primera aurora, esta fe
comprende el amor de Dios que fue demostrado en la encarnación de su Hijo como redención
del hombre y en la infusión del Espíritu Santo. En este círculo, sobre él se
observa otro rostro, de un anciano, en él, la benevolencia sin inicio ni fin de
Dios viene a ayudar a los que creen. El rostro anciano posa su mentón en el
rostro del hijo diciéndonos que la encarnación del hijo es la mayor muestra de
caridad.
Sobre la cabeza se levantan dos alas, ambas se unen a la
otra, esta unión es la imagen de el amor al prójimo y como este no puede ser
separado del amor a Dios cuando son expresados en la fe. En las alas, específicamente
en la derecha se vislumbra algo tan brillante como el fuego, ojos en la cabeza
del águila, estos ojos brillantes representan los ojos de los creyentes volviéndose
a su Creador, cuando ofrecen su corazón y se dejan absorber en su ardor y gloria;
estos ojos se dirigen a la contemplación, la alabanza y practican el buen obrar,
sin ningún tipo de fatiga.
Un rostro humano en el ala izquierda, que solo podemos adaptar
nosotros después de que enfrentamos de frente a la bestia que ataca a nuestro
Creador, lo defendemos desde la dignidad que hay en el hombre, actuamos con
buenas intenciones, obrando bien, brillaran como los ojos de esta cabeza en el
ala izquierda. La cabeza de hombre y águila miran hacia el este, recordando que
toda creación, siendo ángel o hombre deberá dirigirse hacia su creador, su
origen de vida y salud.
Un par mas de alas se hayan bajo este último, estas alas
bajan hasta las rodillas representando como el Hijo salvo tanto a buenos como
pecadores, llevándolos a algunos en sus hombros y otros en sus rodillas, los
que han sido rectos en sus hombros y en las rodillas a los pecadores que han retomado
de nuevo su camino.
Las vestiduras de esta imagen se alzan por encima de todas
las criaturas al igual que el sol, estas vestiduras siendo el cuerpo con el cual
el Hijo vino por la salvación de los hombres, en belleza igual al sol, pero
nunca sucio con los pecados del hombre. Además de sus vestiduras como el sol,
en sus manos se distingue un cordero, también brillante, representando la mansedumbre
de la verdadera fe, esperando fortalecerse, evitando la debilidad y levantándose
junto con las alas por los cielos.
Al final de esta hermosa imagen se encuentra un negro
monstruo, este siendo pisado por nuestra imagen, demostrando que su amor puede
destruir cada horroroso desorden y discordia; sin olvidar que en esta horrible
criatura se encuentra la desdeñable serpiente, que junto con el diablo se asemejan
a los buenos, pero solo con el objetivo de dañar, engañando con la palabra, susurrando
al oído de los hombres, es destruida, aplastada en el amor divino y la cruz.
Esta imagen, presentada en una visión a Hildegarda nos
demuestra el orden y razón de Dios que incluso para comunicarle a su sierva sus
razones es perfecto, no dejando ningún detalle de lado y enseñándole una imagen
que por muy extraña que puede parecer en conjunto esta llena de significado, al
igual que su creación, se demuestra llena de amor y perdón, entregando al Hijo
al perdón y revistiendo al hombre de recursos para que no fuera perjudicado de
ninguna forma, a pesar de que este desobedeció y perdió su vestuario divino
dado por su Creador, fue perdonado y su descendencia llego a ser tan numerosa
como las estrellas y cada uno de los benevolentes tienen un lugar al lado de su
Creador para continuar su alabanza y adoración en todo el honor que este lo querría.
Valentina Santos Triana
El libro de las Obras Divinas
Comentarios
Publicar un comentario